Homenaje a Juan Terroba
Homenaje a Juan Terroba
El 26 de octubre, Ronda rendirá homenaje a Juan Terroba Valadez, un destacado defensor del medio ambiente, en un evento organizado por Silvema Serranía de Ronda y Ecologistas en Acción. El acto se llevará a cabo a las 11:30 h en la capilla del Convento de Santo Domingo y contará con la participación de diversas entidades ecológicas.
Durante el homenaje, se recordará la dedicación de Terroba a la protección de los recursos naturales de la región. Intervendrán organizaciones como la Plataforma Cueveña en Defensa del Agua y el Grupo de Trabajo del Valle del Genal, entre otras. Además, se presentarán piezas musicales y una proyección audiovisual en su memoria.
El evento concluirá con palabras de agradecimiento de Ana María Sánchez Paz, presidenta de Silvema, resaltando el legado de Terroba y su creencia en que “en toda oscuridad hay una luz”, enfatizando la continuidad de su lucha por un futuro sostenible.
BIENVENIDA E INAUGURACIÓN DEL ACTO
- Isabel Teresa Rosado Esquina y Antonio Jesús Viñas Márquez
PETENERA. POPULAR ANDALUZA
- Interpretada al violoncelo por Erwin Grafe
JUAN, MÚLTIPLES FORMAS Y UNA MISMA ESENCIA
Intervenciones:
- Excelentísimo Ayuntamiento de Ronda
Jesús Ignacio Vázquez García - Delegado de Urbanismo y Relaciones Institucionales - Plataforma Cueveña en Defensa del Agua
- Juan Antonio García Villalba. Representante Grupo de Trabajo del Valle del Genal
- María Luisa Gómez Moreno. Representante Asociación por los Caminos Públicos de la Serranía de Ronda
- José María Guerrero Sánchez. Presidente Ecologistas en Acción
- Juan Clavero Salvador. Representante Silvema Serranía de Ronda
- Saturnino Moreno Borrell. Representante
EL CISNE. CAMILLE SAINT-SAËNS
- Interpretada al violoncelo por Erwin Grafe.
PROYECCIÓN AUDIOVISUAL
- Juan Terroba Valadez, in memoriam.
CLAUSURA DEL ACTO Y AGRADECIMIENTO A LOS PARTICIPANTES
- Ana María Sánchez Paz
Presidenta de Silvema Serranía de Ronda.
DEL ÁRBOL CAÍDO
Recogiendo hojas en el camino, me di cuenta de que la mayoría provenían del mismo árbol caído. - “Aunque caído y desarmado, sus hojas aún servirán para algo” – pensé entonces.
Después, me acerqué a él y a sus pies me puse a observarlo, pues es la mejor manera de ver más allá...
Lo primero que llamó mi atención fue que tenía un diámetro imposible de abarcar por una sola persona, lo que obligaba seguramente a varias a enlazarse entre sí, para poder abarcarlo en su totalidad.
Supuse que, para haber sostenido al imponente individuo, existieron una red de raíces profundas que, por su magnitud, debían seguir estando ahí, allá y aquí, donde mis pies ahora pisan el suelo almohadillado... y que hicieron posible su estabilidad durante el tiempo que duró su etapa vital.
De las ramas, de lo esbeltas y robustas como para danzar al viento más impetuoso sin romperse, se podría decir que también fueron árboles independientes, si no fuera porque se observaban aún unidas a su tronco dormido.
El grueso manto de hojarasca y ramillas que descansaban a su alrededor, me daban idea de la frondosa copa que tuvo que lucir, capaz de albergar infinidad de seres y de vidas; algunas estarían estrechamente asociadas a él, otras vivirían bajo su protección, para otras quizá fue un refugio temporal. Unas se alimentarían de sus frutos, otras tendrían necesidad de su savia, algunas de su cobijo y otras,
quizá, sólo de su sombra... En conjunto, todo un mundo de pequeños mundos, dependientes o independientes, con la impronta de éste que los acogió.
Cuando alcé la mirada intentando imaginarlo en pie, lo soñé persiguiendo al sol, retando al aire, escondiendo posibles presas de sus depredadores, ampliando raíces para sostener el suelo, asociándose con el agua y estableciendo conexiones con el bosque herido...
Y volví a mirarlo.
Se diría que yacía inerte, sin más. Que el único movimiento apreciable eran los cambios de estado que van dejando huellas de degradación. Sin embargo observé que volvía a haber Vida en él, que servía de alimento a algunos seres, mientras otros brotaban de sus entrañas.
Todo ello me llevó a concluir que, en esencia, no estaba desapareciendo sino que se estaba transformando en materia de vidas que en sí, ahora, lo llevan. Que su concentrado material se estaba repartiendo en millones de partículas y que, de esta forma, seguirá existiendo y transformándose por los siglos de los siglos...
A Juan: el árbol
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